Concepto MICH
Muchas veces en nuestras vidas hemos escuchado la interjección coloquial “Mich”, especie de coronación lingüística ante lo impensado e inesperable, censura irónica ante el asomo de capacidades previamente negadas en el receptor de la expresión. Quien emite así la expresión “Mich”, está provocando a su interlocutor con la insinuación de que sus logros serían desmedidos en relación a sus capacidades, siendo fruto del azar, de la providencia, o de contingencias favorables que quitan el valor a la obra. El “Mich” sin embargo es una crítica encubierta, pues en su brevedad y levedad sonora, intenta esconder su propósito represor y menoscabante, mezclándose con la ironía para situarse en el difuso y ambiguo terreno entre el humor y la tragedia.
Esta expresión tiene además la particularidad de ubicarse al borde entre la onomatopeya y la palabra, implicando así una conexión con una reacción intuitiva, no mediada por el lenguaje, que revela un acto reflejo previo a los parámetros racionales. La aparición del “Mich” como expresión, señala así un síntoma cultural de desconfianza en la capacidad de creación mediante la reflexión autónoma, es una censura latente a toda actividad que altere el imaginario de normalidad prescrito, generando un estado de limitación constante a la aceptación de posibilidades nuevas. De esta forma quien emite el vocablo “Mich”, delata así un deseo de mantener un estatus previo dentro del cual enmarca su seguridad, que se amenaza con los méritos inaceptables de un otro que aparece como extraño.
Sin dudas estamos en una cultura del “Mich”, pues al estar el conocimiento y su aplicación confinados a la validación única de la institucionalidad moderna, toda expresión cultural que se desarrolle al margen de ésta, queda expuesta al “Mich”, toda obra cuya producción no encuentre eco en las convenciones sociales de creación ni reflexión, queda a la intemperie analítica de los juicios críticos fomentados y validados en la tradición académica. Sin embargo, podemos especular que toda obra de arte verdadera, que toda manifestación que abra nuevos horizontes, al estar más allá de la cotidianización homogenizante, se hace acreedora del “Mich”, como síntoma primero de ruptura con los códigos de comprensión, y como una superación de la expectativa social, la cual reacciona con la negación o la ironización.
Nuestra propuesta como MICH, se relaciona también con el uso de este vocablo, pues apelamos a aquella creación sancionada, a la mirada puesta en el paréntesis de la duda irónica, y ser así una propuesta digna de consideración ya no por la aceptación social de la institucionalidad de su proceso, sino que por la expresión de su producto. Como Museo Internacional de Chile aspiramos así a ser capaces de canalizar las posibilidades creativas y discursivas de esta potencia de obra; los artistas quienes más de alguna vez han visto su trabajo míseramente compensado con un “Mich”.
Christian Álvarez Rojas